Siguiendo las recientes posiciones de Bill Gates y Benoît Hamon a favor de un "impuesto a los robots", le invitamos a descubrir (o redescubrir) este dossier que trata sobre cuestiones de robotización y empleo.
Si bien ahora estamos hablando de la cuarta revolución industrial, la aceleración que trae la tecnología digital da miedo. Muchos empleos industriales, pero también servicios, se verán profundamente afectados por este movimiento.
Desde las primeras revoluciones industriales, la mecanización provocó la desaparición de los trabajos manuales poco cualificados. La revuelta de los luddit entre 1811 y 1812 en Inglaterra y la de los canuts de Lyon ante la llegada de los telares mecánicos demostró desde muy temprano que ciertos telares se hicieron desaparecer ante el empuje de las máquinas.
Hoy en día, los robots son comunes en las líneas de montaje de automóviles. Para las tareas de soldadura o pintura, sería difícil para los fabricantes encontrar personal que aceptara ocupar estos puestos que son muy exigentes físicamente y actualmente operados por robots industriales. Por tanto, la robótica aporta mejoras en las condiciones de trabajo en esta dirección.
En las décadas de 1980 y 1990, la primera ola de robotización estuvo acompañada de un aumento significativo del PIB de los países industrializados. Esta riqueza ha permitido compensar los puestos de trabajo destruidos en la industria por puestos de mayor valor añadido, en particular ingenieros, informáticos, roboticistas, así como en otros sectores de actividad, principalmente en los servicios. Es un proceso de destrucción creativa que fue formalizado en la década de 1940 por el economista Joseph Schumpeter.
Sin embargo, la transformación digital de las empresas y la digitalización de la economía están sacudiendo esta progresiva evolución de nuestras sociedades. Así, la firma Roland Berger Strategy Consultants, señala que una empresa digital como WhatsApp, valorada en 19 mil millones de dólares, en realidad emplea solo a 55 personas. Inaudito en la economía como lo han conocido los hombres durante siglos.
